La conflictiva relación de la especie humana con el vital elemento comenzó hace mucho tiempo. No existen datos históricos precisos, sin embargo, en la película "2001 Odisea del Espacio" de Stanley Kubrick -si recuerdan los que la vieron- hay una escena profética apenas comienza el film. Un grupo de homínidos, aterrorizados por la presencia del misterioso monolito, inician una batalla y descubren el uso de las armas debido a una disputa por la posesión de una aguada. La escena conecta a ese remoto pasado con nuestro desconocido futuro. El primate vencedor arroja su arma -un hueso- al cielo y este se convierte, ya en el espacio, en una estilizada nave espacial. Esa agresividad posesiva nos humanizó -según esta metáfora fílmica- y nos posibilitó acceder a la tecnología actual. Ahora, ya transitado ese anunciado futuro, esa misma tecnología, nos estaría llevando al borde del abismo sin que el motivo esencial -la posesión del agua- haya cambiado.
¿Lucharemos por el agua en el futuro? Seguramente, además ya lo estamos haciendo, según nos alerta la crónica diaria. Algunos enfrentamientos reciente, en Medio Oriente, tienen como motivación esa misma necesidad de los fílmicos primates de Kubrick.
¿Lucharemos por el agua en el futuro? Seguramente, además ya lo estamos haciendo, según nos alerta la crónica diaria. Algunos enfrentamientos reciente, en Medio Oriente, tienen como motivación esa misma necesidad de los fílmicos primates de Kubrick.
-Juan Bazán-
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