Cierro mis ojos buscando un camino de luz.
Chispas mesuradas se encienden
en frondosa vía láctea.
Nervaduras rebosantes
llevan savia de imágenes
y, entre tanto ir y venir
la descubro.
Cierro mis ojos para no dejarla ir,
para alimentarla y alimentarme
con sus manos abiertas,
sus racimos maduros,
su sagaz sabiduría.
Cuando la realidad cercena el pensamiento
un aguijón porfiado y rebelde
la explora.
Y ella, reina magnánima,
se brinda escurridiza y avara en la oquedad
o suntuosa y pródiga
como lo eterno.
-Teresa Vaccaro-